ARCHIVO PARROQUIAL

Según todos los expertos que a lo largo de los últimos cincuenta años lo han visitado, nuestro Archivo Parroquial está considerado como uno de los más documentados y mejor conservados de la Región. Sus libros más antiguos, incunables, datan de 1602 y corresponden a los primeros tomos de Bautismos. Los correspondientes a Difuntos son ya de 1705. Unas de las muchas conclusiones del Concilio de Trento (promulgadas en el año 1567) es que las parroquias registrasen y anotasen en Libros la administración del sacramento bautismal, así como las defunciones y también los matrimonios celebrados a través de la Iglesia Católica. Cabe, por tanto, la posibilidad de que los bautismos, defunciones y matrimonios rayeros anteriores a 1602 estén en el archivo de la Puebla de Soto (cuyos libros se inician en 1587 y de cuya iglesia dependió en un principio la nuestra, siendo posteriormente a la inversa: La Puebla y El Palomar fueron parroquias anexas a nuestra Iglesia hasta 1887) o, sencillamente, se comenzase a registrar en ese mismo año de 1602, fecha del primero de nuestros libros de Bautismo, como así parece históricamente demostrado por la naturaleza del texto de encabezamiento de este primer libro, que dice así:

"Libros de los baptizados y confirmados de este lugar de la Raia mandado hazer por el Señor Visitador General de este Obispado, por el Ilustrísimo Señor don Juan de Cuniga Obispo de Carthagena y del Rey Nuestro Señor siendo cura y mayordomo de la iglesia Pedro Marco, clérigo, vezino de la ciudad de Murcia, el dia 6 de enero del año de mil seiscientos y dos..."

Nótese la fecha oficial de iniciación de estos libros de Bautismo: el 6 de enero, Día de la Epifanía del Señor.

Los libros de Difuntos existentes comienzan a partir de 1705. ¿Porqué ese salto en el tiempo de 103 años...? Sencillamente porque al entonces cura párroco, Fernando Antonio Martínez Pinar, se le extraviaron los libros (posiblemente el 1º y el 2º de Difuntos), cuando regresaba desde la Puebla a La Raya a lomos de una burra que utilizaba como medio de transporte; los libros y otros efectos iban en unas alforjas. Este hecho está perfectamente documentado y reseñado en los primeros folios de este nuevo 1º Libro, mediante los correspondientes autos documentales en los que, incluso, interviene la Inquisición, y se inician el día 20 de marzo de 1705 con una partida de defunción procedente de un feligrés fallecido en el año 1695 y anotada posiblemente en una hoja anexa.

Estos libros están bastante bien conservados, aunque algunos de ellos presentan notables deterioros y rasgaduras en el papel por la composición de las tintas empleadas, por la acción de xilófagos así como por la propia presión de las plumas de escribir (plumas de ave, a veces cortadas en barbillas de mucho filo, que rasgaban literalmente el folio por la presión del trazo y al humedecerse con la tinta). Están encuadernados con piel de becerro, los más antiguos. De casi la totalidad de estos Libros existe una copia microfilmada que, en su día, se hizo por el Centro de Estudios Rayeros con el permiso y aquiescencia del titular, don Tomás Gómez.

Los llamados Libros de Fábrica no existen. Posiblemente se extraviaron al trasladar los archivos en 1936, o mucho antes, al quedar depositados en manos privadas, dado que eran textos que no recogían expresamente la administración de sacramentos y no retornar después a la Iglesia.